¿Alguna vez has acudido al médico por un dolor o un síntoma que te preocupaba y te han dicho que es una somatización? ¿Te han explicado qué significa somatizar y qué es una somatización? En este artículo, se explica a que se refieren estos términos.
Definición de somatización
La somatización se define como la presencia de un síntoma físico (no mental) que no se puede explicar desde un diagnóstico médico ni desde un diagnóstico psiquiátrico. Es decir, la presencia del síntoma o los síntomas de somatización que aqueja el paciente no cumplen criterios de enfermedad física ni de enfermedad mental. También se conoce como psicosomatizar o psicosomatización.
La ausencia de explicación médica de un síntoma no es infrecuente. Ir al médico y volver sin un diagnóstico es algo que en alguna que otra ocasión nos ha ocurrido a todos. Esto no significa que todos seamos somatizadores o que somaticemos los síntomas. Muchas de estas consultas tienen relación con procesos fisiológicos normales; como orinar menos cuando hace mucho calor o que los gases intestinales produzcan ruidos o molestias. Si nos tranquiliza escuchar que no es nada y no generamos en los días después una preocupación distinta, no se trata de una somatización.
El diagnóstico médico frente al diagnóstico mental
Por lo general, una persona acude al médico cuando tiene algún síntoma que quiere consultar. El médico realiza una exploración física después de hacer ciertas preguntas y solicita una serie de pruebas médicas que puede considerar necesarias. La evaluación médica finaliza con un diagnóstico que es comunicado al paciente. En algunas ocasiones, el diagnóstico es el de somatización. ¿Qué quiere decir el médico con somatización?
El diagnóstico de somatización
El diagnóstico de somatización se realiza cuando el paciente aqueja determinados síntomas que no se corresponden con un diagnóstico médico. Sin embargo, ese diagnóstico por somatización puede no ser correcto, ya que debe también descartarse un trastorno mental que pueda explicar los síntomas que presenta el paciente. Un ejemplo que no debe confundirse con el Trastorno por somatización es el de una persona que acude al dermatólogo con picores y alega tener parásitos en la piel. Este paciente bien podría tener un delirio de parasitosis o síndrome de Ekbom. Un delirio de parasitación no es una somatización, sino un tipo de trastorno delirante que puede ser primario o aparecer secundariamente a situaciones tan variadas como la Esquizofrenia, lesiones cerebrales, intoxicaciones por cocaína o como un raro efecto adverso de los corticoides.
Trastornos de somatización
Clasificación y tipos
El manual diagnóstico DSM-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría recoge una categoría diagnóstica llamada Trastornos de síntomas somáticos que engloba:
Trastorno de síntomas somáticos.
Trastorno de ansiedad por enfermedad.
Trastorno de conversión.
Trastorno facticio.
Factores psicológicos que influyen en otras afecciones médicas.
Características de los Trastornos de síntomas somáticos
Aunque, como hemos visto, la categoría de Trastornos de síntomas somáticos está dividida en distintos diagnósticos concretos, existe una serie de características comunes.
Ante la aparición o persistencia de un síntoma físico o el miedo a padecer una enfermedad grave el paciente acude, en un primer lugar, al médico de familia o a un especialista que no sea psiquiatra. Pocos de estos pacientes imaginarían que el especialista que finalmente le ayudará con su problema es un psiquiatra o un psicólogo clínico.
Una cuestión muy importante a tener en cuenta es la vivencia de angustia de los síntomas somáticos. Es frecuente que aparezcan pensamientos, sentimientos o comportamientos anormales en respuesta a los síntomas. De cara a hacer el diagnóstico es más importante considerar la vivencia angustiosa de los síntomas y el relato que gira alrededor del síntoma que la ausencia de una explicación médica o diagnóstico médico del mismo.
La preocupación por la salud adquiere un papel protagonista en la vida del individuo. Se termina convirtiendo en un rasgo de su identidad y domina las relaciones interpersonales. Las conversaciones con sus familiares, amigos y compañeros de trabajo giran en torno al problema de salud que le preocupa. En los casos en los que la persona no lo verbalice, sí suele ocupar su pensamiento de forma predominante, y es mucha energía y tiempo el que dedica a comprender mejor sus síntomas (consulta en internet), llegar a un diagnóstico (visitas a médicos) o evitar su empeoramiento (evitación del ejercicio físico). Las conductas de evasión también pueden llevar a no querer visitar familiares enfermos por temor a contagiarse o reactivar sus propias angustias respecto a su propia salud.
La ausencia de explicación médica al síntoma o el síntoma en sí no es lo más relevante en el diagnóstico de la somatización. Los médicos se fijan más en cómo relata el paciente su vivencia y en cómo vive el síntoma con angustia. No podemos diagnosticar a una persona un trastorno mental como el Trastorno de síntomas somáticos solamente porque no se pueda demostrar una causa médica del síntoma que lo hace consultar.
Los intentos por parte de los médicos de calmar al paciente con explicaciones de por qué no padecen ninguna enfermedad grave o por qué sus síntomas no son importantes resultan infructuosos. Las palabras del médico son insuficientes para calmar al paciente.
En muchos casos el diagnóstico de Trastorno de somatización acompaña a un diagnóstico médico. Por tanto, no son excluyentes el uno del otro. Para muchas personas un diagnóstico de este tipo puede ser degradante o peyorativo. Por tanto, tenemos que ser muy cautelosos a la hora de sugerir el diagnóstico a los pacientes. No debemos olvidar que el sufrimiento de la persona es semejable al de quien sí tiene la enfermedad que tanto teme y que la calidad de vida cuando existe somatización también se puede ver igualmente afectada. Suelen presentar rechazo hacia los médicos por considerar que no han acertado con el diagnóstico o la cura de su malestar.
Causas de la somatización
Los casos de somatización suelen tener una etiología multifactorial, como ocurre en otras enfermedades y trastornos mentales.
Por un lado, puede existir una vulnerabilidad genética y biológica, como puede ser el aumento de la sensibilidad al dolor. Las personas que vivencian una misma experiencia de dolor con mayor intensidad, como es lógico van a mostrar más preocupación por ese dolor. En algunos casos, algunas experiencias fisiológicas pueden incluso vivenciarse como angustiosas por la experiencia de dolor asociada.
Por otra parte, clásicamente se ha considerado la somatización como la respuesta inconsciente a una experiencia traumática. Experiencias vitales traumáticas como sufrir violencia o maltrato en la infancia, ser víctima de abuso físico o sexual y la deprivación de cariño y afecto, entre otras, pueden estar detrás de un gran número de somatizaciones.
Por último, tenemos que considerar también el aprendizaje y las normas sociales. En la mayoría de culturas, el sufrimiento psicológico está devaluado y estigmatizado en relación con el sufrimiento físico. Dicho coloquialmente, el sufrimiento físico “está mejor visto” que el sufrimiento psicológico. No es raro que una persona se ausente de una reunión alegando que una comida le ha sentado mal o le duela la cabeza, en lugar de reconocer que está triste porque ha tenido una discusión con un familiar.
Tipos de somatizaciones
Como hemos comentado anteriormente, los sistemas de clasificación de trastornos mentales diferencian varios tipos de diagnósticos concretos. En este artículo tan solo pretendemos transmitir el concepto general de cada uno de ellos para poder entender cómo se expresa una somatización.
Podemos enumerar los siguientes tipos de somatizaciones:
Preocupación persistente en torno a una serie de síntomas o a un solo síntoma muy intenso (normalmente algún dolor físico). Estos síntomas provocan unos pensamientos catastrofistas y desproporcionados acerca de su gravedad que, a su vez, producen una ansiedad persistentemente elevada. Los pensamientos y la ansiedad resultante llevan a la persona a dedicar a los síntomas y a su salud una energía y tiempo excesivos. Esto se conoce como Trastorno de síntomas somáticos o Trastorno de somatización, y cuando el síntoma predominante es el dolor se denominaba Trastorno por dolor.
Preocupación persistente por padecer o contraer una enfermedad grave a pesar de no presentar síntomas que la hagan sospechar. La persona se encuentra en angustiada y en estado de alerta, lo que le lleva a autoexaminar su cuerpo repetidas veces. En este tipo de somatización podemos encontrar personas que visitan múltiples médicos buscando alguien que encuentre la enfermedad temida o, todo lo contrario, personas que viven aterrorizadas y no se atreven a ir al médico por si confirman sus sospechas. Se denomina Trastorno de ansiedad por enfermedad, y antiguamente se conocía como Hipocondría. Sin embargo, muchos casos de hipocondría también podrían catalogarse hoy en día en el punto anterior (Trastorno de síntomas somáticos).
Presencia de un síntoma de alteración de la sensibilidad o del movimiento voluntario (función motora voluntaria) que sea incompatible con una afección neurológica conocida. Por ejemplo, puede aparecer parálisis en alguna parte del cuerpo o movimientos anómalos involuntarios (temblores), convulsiones o problemas en el habla o la deglución. Otras veces los síntomas son sensitivos y aparece anestesia (pérdida de sensibilidad) en alguna parte del cuerpo o una alteración en los órganos de los sentidos (pérdida de la visión, pitidos en los oídos, alteración del olfato o del gusto). Lo llamativo para el médico en estos casos es encontrar hallazgos incongruentes entre sí (por ejemplo, alguien que diga que no puede andar de puntillas, pero sí puede saltar). Esto es lo que se conoce como Trastorno de conversión.
Simulación de síntomas médicos o psicológicos a través del engaño y sin la obtención de un beneficio claro más allá de asumir el rol de enfermo. Se pueden falsificar informes, registros, mentir sobre la muerte de un ser querido, autolesionarse o ingerir una sustancia nociva. Cuando la intencionalidad de los síntomas está motivada por un incentivo externo (como ausentarse del trabajo, no acudir a un examen u obtener un rendimiento económico), lo denominamos Simulación de enfermedad.
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